EL VIAJE

Núria Gual

Indisciplinados es un viaje, y como tal, precisa de un equipaje, supone dejar cosas atrás, y planear qué territorios se cruzarán. No se puede plantear este periplo desde una posición sedentaria, añorando la confortabilidad de lo cotidiano y lo asumido, por ello se inicia este recorrido con One Night Tent de Alicia Framis. Habrá que actualizar los pasaportes y conseguir los visados, adquirir la mejor brújula posible e información sobre las ciudades que se encontrarán por el camino para poder reconocerlas cuando las crucemos.

Todo ello estando muy atentos para evitar que la preparación se convierta en el propio viaje. No debería ocurrirnos como en aquel cuento de Borges en el que los cartógrafos de un reino oriental hacen un mapa tan perfecto en escala y detalle que sustituye al reino mismo. En este caso lo esencial es el viaje en sí y cuanto él nos depara. Para alcanzar nuestro objetivo se precisa el alma de un nómada, que es capaz de poner en el equipaje sólo aquello que, además de imprescindible, se pueda cargar durante todo el trayecto.

Indisciplinados es un recorrido que trata de ofrecer algunas orientaciones para establecer posibles rutas sobre el arte contemporáneo de nuestro país…

 

La  ruta

La voluntad de esta exposición es presentar el total de las obras tal cual son, sin seccionar su contenido en apartados convencionales ni ordenadas por parámetros historicistas. La exposición se teje con entradas y salidas múltiples, para que cada cual extienda sobre ella su propia concepción y establezca sus propias líneas de fuga. Dibujando así al tiempo una carta de navegación íntima.

Para orientarnos y poder situarse en el recorrido, se nos ofrece un cuadrante con cinco ángulos conceptuales sobre los que se sitúan las obras, cada uno de ellos puede ser leído de forma autónoma o puede ser puesto en relación con el resto, ya que son conectables entre sí.

Estos ángulos conceptuales se desgajan a su vez en “palabras concepto” que ayudan a construir una idea esponjada de cada uno de ellos.

Éstos son: Los Códigos: Naia del Castillo. Los Escenarios: Ana Mir, Emili Padrós, Mónica Alonso, Martín de Azúa. El Simulacro: Ángeles Agrela, Mapi Rivera. La Superficie: Chus García Fraile, José Antonio Hernández-Díez, Miguel Ángel Gaüeca, Ana Laura Aláez. La Inocencia: Núria Marqués, Héctor Serrano.

 

El simulacro

Palabras clave: travestismo, híbrido, camuflaje, ambigüedad, biotecnología

La apropiación, el camuflaje, la recombinación lo desarrollan en sus trabajos Ángeles Agrela o Mapi Rivera. Confundidos en el juego de espejos al que nos han llevado los medios, estamos navegando en el superávit de realidad hasta llegar a la ficción. Reconocemos la realidad como una multiplicación de simulacros.

Este territorio se cruza ineludiblemente con el mundo de la publicidad donde los objetos han sido privados de su utilidad y han dejado de consumirse como producto y como signo. Pasando el objeto a ejercer un poder simbólico (prestigio, calidad de vida, confort, felicidad…). Nuestra adoración por la obra maestra corre paralela a nuestra adoración fetichista por la mercancía.

Esta dialéctica entre obra de arte y mercancía se ha desarrollado ampliamente a lo largo de las últimas décadas en los trabajos de algunos artistas como Signar Polke o Gerard Richter, y en la obra de los reyes de la apropiación Barbara kruger o Cindy Sherman, enfocando el fetichismo del objeto artístico, tanto el fetiche-mercancía como el fetiche-imagen, haciendo de ello el tema central de su discurso.

Frente a esto, la sensación de frivolidad y vacío, de máscara y fachada, se multiplica. La imposibilidad de atrapar alguna realidad, o de que no hay más realidad que la ficción que vemos. Aparecen en diseño los “objeto simulacro”, aquellos en los que el autor tiene un peso específico, que pierden su vínculo con el uso y se convierten en lo que no son, pisando y cruzando espacios. Objetos que coquetean con la realidad…