Ésta no es una exposición sobre el amor, sino sobre su carencia y sobre la necesidad que tenemos d él. Este título, no obstante, está más cercano a “dime que me aceptas, que te gusto, que soy alguien parta ti…” que “dime que me amas y me deseas”. Por tanto, y repito, no es una exposición sobre el amor, sino sobre el sustento del mismo.
Quiero partir de la simple pregunta del ¿por qué creamos?, ¿por qué producimos arte?, ¿qué se esconde tras la intención primera que nos inclina a parir mundos propios, a gritar desde el interior y fijar ese grito? Las respuestas siempre son múltiples y de distinta índole: autoafirmación en la desoladora realidad, trascendencia del tiempo de nuestras vidas, construcción de espejos constantes, diálogo con uno mismo ante la perenne imposición de nuestra innata soledad…
Toda creación es un grito. Toda subida de voz implora una atención que siempre suele ser primaria (una llamada de atención sobre lo que sucede, sobre lo que está ocurriendo aquí, dentro de mí). Y necesito atención y que se me escuche, que se piense en mí, que se me… Creación para atraer vuestras miradas y pensamientos, para hacer que mi grito individual transcienda en mi reducto de tiempo por vivir, para sentir que el mundo me pertenece ay que soy capaz de interpretarlo, para sentirme libre y diferente del aparente todo común que me rodea, para invadir el mundo mágico del porqué de las cosas, revisitar el universo y transitar por el lugar que yo elijo, para llegar a ser lo que se siente, para ampliar el corto espacio d la convención impuesta, para decir.
La atención hacia el otro, hacia un espectador que se sabe o hacia un extraño anónimo, siempre está presente. Ahora sólo basta llegar hacia la obra, crearla o verla y escuchar “dime que me quieres”, y contestar “claro que te quiero”. Pero todo está disperso y aparece abarrotado. Son muchos los gritos, aunque siempre menos de los necesarios…
Perros, chicas, dolores y placeres; Amparo Garrido, Carmela García, Mapi Rivera, Santos Montes
Si el título de esta exposición trata de ofrecer una idea general sobre la necesidad del arte y su función emocional y afectiva, el subtítulo ahonda en la individualidad y distanciamiento de cada uno de los temas que son tratados por los cuatro autores de la muestra. No trato de presentar una catalogación, una taxonomía, de los lugares de la ternura; simplemente muestro espacios contrapuestos donde se proyectan libremente esos mundos del afecto, lugres donde cada autor ha cultivado su grito, su queja, su historia. En esta exposición no hay muchos besos, está sin embargo muy presente el espacio de su ausencia. El título no debe entenderse de una forma literal, sino transcenderlo en su sentido absoluto y metafórico y entroncarlo con el significado de nuestra vida diaria. “Dime que me quieres”, pues es todo lo que busco, lo que buscamos. No se habla nada más que de uno mismo, aunque para ello haya que hablar a través de multitud de cosas…
Mapi Rivera (Huesca, 1976) realiza un trabajo sobre la soledad y el dolor en torno a la enfermedad y su diferencia. Muestra sus estigmas para exorcizar el rechazo y sobrevolar sobre esa piel afectada por algo presente no deseado. Las heridas se transforman en símbolo de amor y a través de ellas juega a enmascarar el dolor. Ella está ahí y no oculta nada que le sea ajeno, se presenta más allá de una envoltura y convierte en poesía las imágenes que genera su propio cuerpo al mirarlo, al tratarlo, al mimarlo. Todas sus imágenes y textos están dirigidos hacia un estadio del amor individual que hace olvidar todos los miedos que reposan o viven en el propio cuerpo. Aquí está para ser de una forma íntegra y para ofrecer todo lo que es como persona que ama, que siente mucho más allá de los escollos que la propia enfermedad ha planteado. Es un trabajo de una absoluta valentía, es un trabajo al mismo tiempo universal, dirigido desde su cuerpo hacia la diferencia individual de cada uno de nosotros. Amor que trasciende la piel y que se instala en el reducto de la ternura que reside mucho más allá.