MERECEDORES DE AMOR · 2024

MERECEDORES DE AMOR · 29-04-2024 · MAJOR

Dicen: “Hoy os queremos hablar del merecimiento. Os queremos hablar del derecho de nacimiento que tenéis a sentiros merecedores.

Fijaos, cuando veis a un niño nacer, cuando veis a un infante durmiendo en su cuna, ¿acaso no sentís que merece todo el amor y toda la ternura? Ese infante que acaba de nacer ha podido experimentar en otras vidas muchos sucesos, muchas historias.
Ese infante que acaba de nacer incluso puede estar viviendo todas esas vidas de forma simultánea. Y aunque lo veáis reposando en su cuna, puede estar luchando en las antípodas de ese lugar, puede estar amando en un rincón del Polo Norte, o puede estar cazando en el Amazonas. Puede estar, sencillamente, leyendo un libro de aventuras.

Dentro del reino de vuestra imaginación, viajáis con gran capacidad de un lugar a otro, y sin embargo, si pudierais sentir que aquello que imagináis es, en verdad, una posibilidad, entre muchas, de las que estáis viviendo. Entonces, cuando veis a un niño recién nacido descansar tan plácidamente, y sentís el corazón lleno de ternura y de amor, y lo radiáis y lo expresáis y lo queréis comunicar, y os gustaría envolverle con esa burbuja, para que pudiera sostenerla y preservarla durante toda la vida.

Ese amor incondicional que sentís por un infante que acaba de nacer, que no os hace dudar ni un ápice de que es merecedor de todo ese cariño y de esa ternura y de ese amor, y sin embargo, puede estar viviendo 1000 aventuras y desventuras, haberlas vivido ya, o en lo que vosotros llamáis línea de tiempo, todavía todas estas gestas por vivir.

Cuando volvéis a mirar a ese infante en su placidez, sentís que es merecedor de amor, y no veis nada más. Y os decimos, si podéis entender este concepto, este precepto, de que todo ser recién nacido es merecedor de amor. Os decimos, permitíos renacer en vida una y otra vez, permitíos regresar a ese instante de placidez, permitíos descansar en la ternura y sentiros merecedores de amor.

No importa lo que habéis vivido, no importa lo que haya acontecido, podéis lavaros la cara de vergüenzas y limpiaros el polvo de la culpa, y soltar los hilos de las tensas relaciones que sentís como traiciones. En el instante que decidís renacer en vida, volvéis a ser como ese infante, y entonces, vuestro corazón palpita en esa ternura y se siente merecedor de todo el amor.

Así, no dudéis que nunca es tarde para volver a empezar. No dudéis que cada día puede ser el principio de ese mecimiento en vuestra ternura, de ese regreso a vuestro jardín de recreo, de esa posibilidad de vivir una vida plácida, amable, inspirada y creativa. Pues los niños, enseguida que abren los ojos, enseguida que empiezan a mover sus manos y sus piernas, saben que han venido aquí para jugar y expresar su auténtica naturaleza…”