Se impone una nueva forma de contar, e incluso diría que existe un deseo incontenible de contar, de otro modo; quizás para enfrentarse a la vaciedad de lo indiscutible y también al precario encanto de lo inmediato. El imperio de las verdades absolutas se desmorona ante la incertidumbre de la experiencia, que obliga a construir nuevos territorios de ficción donde tenga lugar la asunción de una conciencia crítica en defensa de las identidades múltiples. Y a esta tarea se han afanado especialmente las mujeres, quizás por la costumbre que les obliga a imaginarse continuamente. Una vez creadas las condiciones para su visibilidad, las mujeres o sólo han de conservar el lugar conquistado sino que además están obligadas a crear su propia imagen. Será en el cómo representarse cuando el pensamiento femenino aborde la noción de identidad, fundamental en todos los ámbitos del mundo contemporáneo, desde parámetros distintos a los establecidos. Sin pudor, y utilizando todas las estrategias a su alcance, las mujeres harán de su experiencia el motivo de relatos azarosos y seductores en su desarrollo, que es lo único importante junto con las mil y una lecturas abiertas aún a más interpretaciones. Todo con un objetivo: contar para salvar(se).
Imágenes y textos dan forma a los relatos de Alicia Vela, Lina Vila, Mapi Rivera, Carmen Molinero y Margarita García Buñuel. El azar no ha determinado su presencia en este proyecto, sino lo azaroso de sus ficciones; en todas sus narraciones, construidas con imágenes y acompañadas de textos escritos, no sólo son autoras sino sujetos activos de una ficción que tiene origen en sus experiencias vividas y deviene en la reconstrucción e un paisaje en crisis que da la palabra a los otros…
El cuerpo es en el proyecto de Mapi Rivera la superficie privilegiada que le permite explorar su dimensión existencial. El cuerpo es la pantalla de proyección de sus experiencias, anhelos e incertidumbres. Y en su viaje iniciático, Mapi Rivera se desnuda danzando al ritmo de las burbujas que la acompañan. Su cuerpo respira y aspira la idea de pureza para renacer, constantemente; y en este fértil movimiento, el vacío de luz que es el escenario donde sitúa el proceso purificador delimita la plenitud de los contornos. La experiencia del espacio siempre es la experiencia primaria del existir, anota R. Safranski en el prólogo al primer volumen de Esferas, del filósofo Peter Sloterdijk; siempre vivimos en espacios, en esferas, en atmósferas. Desde la primera esfera en la que estamos inmersos con la clausura de la madre, todos los espacios de vida humanos no son sino sus reminiscencias. Qué otro deseo, sino el construir espacios para dar cabida a la incertidumbre, activa el proceso reparador de Mapi Rivera…