CULTIVO EL AMOR, LA GRATITUD, LA CREATIVIDAD
¿A quién le debes que te hayas dedicado al arte, era una pulsión poderosa, una intuición, has tenido maestros?
De entrada, fue una decisión intuitiva, una vía que me permitía estar conmigo misma. Con el tiempo me he dado cuenta que fue una decisión muy certera, ya que gracias a la práctica artística he podido desarrollar y potenciar la sensitividad, la capacidad de visión interna que ya tenía de niña, y compartir estas percepciones a través de las imágenes y la escritura.
¿Qué fue primero la fotografía o el intento de entender el cuerpo?
En mis imágenes suelo mostrar el cuerpo desnudo, integrado armónicamente en la naturaleza, y esa desnudez se refiere al ser más esencial, nuestro ser íntegro y original. Tenemos un cuerpo visible y otros invisibles, estamos acostumbrados a percibir el cuerpo aparente, pero hay un cuerpo anímico, emocional, espiritual que está entrelazado con el cuerpo físico, lo penetra y lo envuelve. Es un solo cuerpo con muchas dimensiones vibrantes, sería algo así como un abanico de cuerpos. Precisamente, mis fotografías pretenden captar esa imbricación entre lo que se ve, y lo que solo se percibe en estados alterados de conciencia o visión abierta.
De joven, ¿ya te interesaban los místicos o querías expresar también un arte claramente corporal, carnal, alrededor del desnudo?
Desde el inicio me interesó la mística, recuerdo devorar los relatos en primera persona de místicas visionarias como Hildegarda de Bingen, Margarita Porete, Juliana de Norwich, Hadewijch de Amberes… Sus experiencias resonaban en mí, y me ayudaron a comprender mis propias visiones internas. A través de la desnudez he querido transmitir esta percepción desnuda del mundo, pues para ver el mundo en su esencia hay que despojar la mirada de lo que no es esencial. Como bien dicen estas místicas, sólo a través de un corazón puro se puede recuperar la inocencia, una inocencia escogida que nada tiene que ver con la ingenuidad, y desde allí se revela la maravilla, un mundo también puro, ese Paraíso anhelado, al que volvemos en estos momentos de unión mística.
¿Ha habido en tu obra expresiones de desgarro o siempre has preferido la delicadeza y la espiritualidad? Estarías muy alejada de Ana Mendieta y Marina Abramovic, por ejemplo.
Hay ciertas resonancias en los lenguajes, en los medios de expresión, y en la comunión con la naturaleza que también sintió y captó Ana Mendieta, así como el carácter iniciático y ritualista que es muy característico de la obra de Marina Abramovic. No obstante, creo que mi obra es más poética, hay más ternura en ella, y aun así, también hay fuerza, valor y firmeza.
¿Qué te han dado las experiencias con espacios concretos, qué buscas en la naturaleza?
Hoy en día se está olvidando que somos naturaleza, formamos parte de ella, hay muchas personas viviendo aglomeradas en entornos urbanos, sin apenas contacto. Y ser naturaleza implica también ser espiritual, hay un sentido de numinosidad palpitante, incluso abrumador en ciertos entornos naturales. El reino animal, vegetal, incluso el mineral, emanan este sentido de sacralidad, albergan una inteligencia natural, una capacidad de auto regular su bienestar y su salud del que podemos aprender mucho. Este estado armónico se recupera en contacto con la naturaleza por contagio. En la actualidad, se están desarrollando ciertas tecnologías que nos facilitan la vida, pero yo abogo porqué recuperemos “las tecnologías del espíritu”, esa sabiduría ancestral que dominan místicos, chamanes, hombres y mujeres medicina, personas sensitivas que saben hablar con la naturaleza y escuchar sus secretos de equilibrio y sanación.
¿Te sientes cómoda en esta dualidad: una mujer en el paisaje y el paisaje de la mujer?
Más que una dualidad diría que es una “fractalidad”, el microcosmos entrelazado infinitamente con el macrocosmos. Si miramos en nuestro interior, veremos átomos vibrantes, que orbitan constelando universos que no acaban ni empiezan en nosotros mismos.
¿Cómo te relaciones creativamente con la tierra, el agua, el aire y el fuego, qué te aportan y cómo los incorporas a tu creatividad?
Todos estos elementos han ido apareciendo en distintos momentos de mi trayectoria. Entendiendo su armonización como un proceso alquímico, una combinación equilibrada de ellos permite llevar una vida plena. Por ejemplo, en el proyecto Käänna Juuri, 2020, que puede verse en la exposición Germinación, aunque estoy sobre el agua, estoy trabajando el elemento tierra, porque estoy desarrollando mi necesidad de enraizar. Si eres muy etéreo, muy volátil, puedes tener muchas ideas pero te costará manifestarlas, materializarlas. Para que una semilla prospere y desarrolle unas ramas altas que toquen el cielo, hace falta también tocar la tierra en profundidad.
¿Desde cuándo escribes y qué busca la pintora-poeta?
La escritura y la imagen son vías paralelas de expresión, ambas nacen como una forma de traducir una visión o una audición interna. La poesía es sin duda el lenguaje de la inspiración o de las “musas”, porque tiene un simbolismo, una cadencia, un ritmo, que la delatan. Toda obra poética o imaginal auténtica es siempre un regalo que nos ha sido previamente dado, que como creadores hemos sabido canalizar y transmitir.
¿Y esos dibujos, tantos y tantos, llenos de color, de fantasía, de detalles, de arabescos, de figuras, de árboles?
Tras una profunda crisis interna que viví hace unos años, me he dedicado a meditar a diario junto a mi compañero, nos sentamos y cada día recibimos mensajes canalizados que transcribo y dibujo. Estos dibujos condensan mensajes inspirados, son muy simbólicos y es por ello que están vivos, a cada persona pueden llegarle de forma diferente. Los símbolos tienen capas de sentido, si te abres a ellos y profundizas en ellos, te hablan directamente al corazón.
¿Qué te aportó la estancia en Finlandia, que dio lugar a ‘Germinación’, la muestra que se clausura en el Torreón Fortea?
Durante esta crisis, la estancia en Finlandia tuvo un carácter reparador y sanador, por eso en el proyecto Käänna Juuri (girar la raíz) uso el pan de oro aplicado a unas raíces que encontré en el bosque. Como en la técnica japonesa wabi sabi, que restaura la cerámica sin intentar disimular las grietas, uniéndolas con pan de oro. Hay belleza en las experiencias de la vida, aunque a veces resulten críticas, incluso dolorosas, son heridas sanadas, transcendidas, ¿por qué ocultarlas?
Da la sensación de que ahora lo haces todo: tu cuerpo sigue siendo uno de los centros, inscrito en el paisaje, pero te haces las fotos, te grabas, dibujas, escribes poemas, haces teoría… ¿Es fácil, estás en otro período?
Es sencillo, porque me encuentro en un estado muy fluido, muy inspirado, un estado receptivo, fértil, y es por eso, porqué me dejo atravesar por ese flujo creativo, que todos estos mensajes escritos, dibujados, fotografiados pueden manifestarse a mi través.
Siempre hablamos, o lo haces tú misma, de Hildegarda von Bingen, pero hay más pintoras y pensadoras. Recuérdanos quienes te abren caminos y te inspiran,y danos un par de frases sobre ella.
Más allá de estas místicas, hace unos años que se están recuperando los legados de mujeres visionarias, médiums, sanadoras, que crearon principalmente a principios del siglo pasado en comunión con dimensiones espirituales, como, por ejemplo: Hilma af Klint, Emma Kunz, Georgiana Houghton, Josefa Torlà, y muchas otras. Las descubrí cuando realicé mi tesis doctoral (El sentido numinoso de la luz. Herder, 2018), y ahora formo parte de un grupo de investigadoras llamado Visionary Women Art, dedicado al estudiar sus obras y a darlas a conocer. En la actualidad, los métodos de inspiración y creación que utilizaron estas pioneras nos están facilitando el camino para “salir del armario espiritual”.
¿Tus desnudos son una catarsis, un exorcismo, el deseo de vencer algún fantasma? En apariencia, puede parecer que hay como una paradoja: eres una mujer tímida, reconcentrada, mística, y a la vez te muestras con la máxima libertad.
Yo me siento libre cuando soy coherente, fiel a mi verdadero ser, a mi propósito vital. Hay muchas capas con las que empezamos a cubrirnos ya desde la infancia, ya que es un periodo de gran vulnerabilidad en el que somos muy permeables. En la madurez tenemos ocasión de desprendernos de todos esos abrigos, a menudo cargados de miedos, que no nos pertenecen, y que nos encorsetan. La desnudez es símbolo de ese reconocimiento interno de la parte más esencial, más pura, más original de nosotros mismos, aquella de la que ya no te puedes desprender cuando te descubres y, finalmente, te reconoces.
Vives en una isla. ¿Cómo es tu nueva vida, cómo valoras la experiencia?
En este momento vital me siento muy afortunada y agradecida con la vida. Cultivo el Amor, la Gratitud y la Creatividad. Este es mi jardín cotidiano, mi Paraíso interior, que se refleja por resonancia en el exterior. La isla que habito es una extensión de este jardín, y en momentos de mucha expansión cordial nace en mí un sentido de asombro y reverencia, entonces, reconozco que, el planeta entero, el universo y más allá, son también mi hogar.
Acceso a tienda: Serie ESPOROGÉNESIS