Viajé al fin de la tierra (Finlandia) para invertir mis raíces (käänna juuri), restaurarlas y orientarlas hacia la luz viva desde el centro de mi corazón. No lo sabía antes de ir, pero lo supe al llegar a ese lugar de horizontes amplios y lagos que reflejan sus grandes cielos.
A través de un sueño se me dijo que me procurara hojas de oro para transformar las raíces que encontré en el bosque. El pan de oro es un elemento que se ha utilizado a lo largo de los siglos, tanto en oriente como en occidente para restaurar obras de arte y objetos fisurados. Los cielos de los retablos barrocos y las grietas de la cerámica kintsugi inspiradas en la filosofía japonesa wabi-sabi, son heridas simbólicas, vías de acceso a lo sobrenatural.
En este lugar en el que era una extranjera, me sentí en casa y recuperé el hogar de mi cuerpo. Desenraicé mis miedos, desplegué vivencias ocultas que perdieron su fuerza al sacarlas a la luz y entregué todo ese poder a realizar el giro total hacia el amor puro, manifestación sensible de la luz viva.
Desde el momento presente y enfocada en mi futuro, desenraicé mi pasado, sané mis propias heridas, y me entregué íntegra a la vida viva (elävän elämän).