Desde niña he sido una persona sensible, podía percibir un flujo de luz que me atravesaba e inspiraba, y en ese estado de ensimismamiento, pasaba horas infinitas jugando en el jardín de mis abuelos. Sin embargo, no fue sino ya en mi madurez, cuando a partir de una crisis personal intensa, se produjo el despertar abrupto de mi sensitividad.
Para recuperar el equilibrio, comencé a meditar a diario, hasta que conseguí abrazar en mi cotidianeidad una nueva forma de entender y percibir la realidad, más porosa, amplia y abarcadora.
Paralelamente, y para entender este proceso de despertar sensitivo, me he formado con distintos profesionales del ámbito de la sensitividad; la canalización, la videncia y la mediumnidad. Gracias a estas formaciones he podido aplicar mi capacidad de canalizar comunicaciones y grafías universales, a la práctica personalizada y reconocer su poder transformador y sanador en el impacto que tiene en otras personas.